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25/2/18

Una agenda: Domingo

El domingo
llega con el traje del emperador
y se va desnudo hacia el lunes.
Alguien señala que en el camino
no cambió nada.

21/2/18

20/2/18

19/2/18

Una agenda: Lunes

El lunes
baja la marea
de la cabeza a los pies
y quedan a la vista
los restos
de mis naufragios.

18/2/18

Bienvenido a bordo

Soy explorador de la galaxia y piloto de este libro. Quiero guiarte por lugares que nunca visitaste, para divertirnos juntos resolviendo los enigmas que aparezcan durante nuestra exploración. Antes de partir, necesito tu ayuda para poner la nave en condiciones. Mis sensores indican que hay 15 animales y bichos diversos escondidos por aquí. Pretenden viajar con nosotros como polizones, pero el espacio no es un buen lugar para ellos. ¿Podés encontrarlos? Cada vez que descubras uno, rodealo con una marca de lápiz.
Con este juego empezaba Mis amigos de otros mundos, un libro de la serie El laberinto de los juegos, que hicimos Douglas Wright y yo para Libros del Quirquincho a principios de los 90, y que salió en forma de fascículos en Página/12. Douglas rehizo el color en 2017.

A continuación, una ayuda para resolver el juego, parte del "Equipo de emergencia" del libro: una página con pistas para quienes ven difícil llegar a buen puerto.
Ahora, la solución.
En 2017, Douglas rehizo el dibujo de la tapa de Mis amigos de otros mundos. Esta es la nueva versión:
Había en el libro un espacio dedicado a información sobre los autores. Decía así:
Eduardo Abel Gimenez nació en 1954. Es escritor, músico y especialista en juegos. Publicó “El fondo del pozo” (novela, Minotauro, 1985). “Días de fuga de la prisión multiplicada” (juego de fantasía, Filofalsía, 1989) y “El misterio del planeta mutante” (novela, Libros del Quirquincho, 1993).

Douglas Wright nació en 1949. Es dibujante y humorista gráfico. Publicó “Humor libre” (Galerna, 1982) y “Cosa de locos” (Puntosur, 1986). Colabora en revistas con dibujos humorísticos y juegos visuales.

Ambos viven en Buenos Aires. Publicaron juntos “Bichonario. Enciclopedia ilustrada de bichos” (Libros del Quirquincho, 1991).
Le dejo la palabra a Douglas, que cuenta muy bien las cosas en su blog:
Encontré el original (a pluma, hecho con una lapicera escolar “Trabi”, que me gustaba usar entonces) y no pude resistirme a darle color. 
Por supuesto, Eduardo y yo no éramos así, exactamente, salvo que, en esa época, Eduardo usaba anteojos (y ahora los uso yo); Eduardo fumaba bastante y yo, por temporadas (ahora ninguno de los dos fuma); los dos teníamos cabelleras tupidas (ahora, sólo él…); y cosas así.

Estamos vestidos de “exploradores de otros mundos”, de acuerdo con el tema del libro, y explorar otros mundos, eso sí, es algo que siempre continuamos haciendo.

17/2/18

El súper zoom

Cuando a mi cámara le agrego el súper zoom, es como si tuviera un telescopio en las manos. Le saco fotos a lo que sea: un pelo de tu cabeza a cien metros de distancia parece una serpiente galáctica al acecho. En la primera imagen hay nueve escenas de la vida galáctica. En la segunda, las nueve fotos que saqué con el súper zoom. ¿Podés anotar en las casillas a qué escena corresponde cada foto?


 Este juego para resolver forma parte de Mis amigos de otros mundos, un libro de la serie El laberinto de los juegos, que hicimos Douglas Wright y yo para Libros del Quirquincho a principios de los 90, y que salió en forma de fascículos en Página/12. Douglas rehizo el color de muchas páginas en 2017, pero no de estas dos: así salieron por aquel entonces.

A continuación, una ayuda para resolver el juego, parte del "Equipo de emergencia" del libro: una página con pistas para quienes ven difícil llegar a buen puerto.


Y por último, la solución. Los números indican a qué escena corresponde cada foto, con la misma distribución que tienen en el juego.

16/2/18

Extrañas familias

Con el auge de los viajes espaciales, seres de muchos planetas salen a conocer el universo. Y claro, a veces se enamoran. ¿De quién? Bueno, es cuestión de gustos, y sobre gustos hay de todo en la galaxia. El resultado es que a veces se forman raras parejas, y esas parejas tienen hijos. Los hijos, como todo el mundo sabe, se parecen un poco a mamá y un poco a papá.

Aquí traje retratos de seis padres y seis madres galácticos, y de sus respectivos hijos. Ya te habrás dado cuenta de que están mezclados. Y por supuesto, el desafío consiste en que hagas de oficial del Registro Civil y descubras quién es el padre y quién es la madre de cada niño.


Este juego para resolver forma parte de Mis amigos de otros mundos, un libro de la serie El laberinto de los juegos, que hicimos Douglas Wright y yo para Libros del Quirquincho a principios de los 90, y que salió en forma de fascículos en Página/12. Douglas rehizo el color de muchas páginas en 2017, pero no de estas dos: así salieron por aquel entonces.

A continuación, una ayuda para resolver el juego, parte del "Equipo de emergencia" del libro: una página con pistas para quienes ven difícil llegar a buen puerto.


Y por último, la solución. Los números indican quién es el padre y quién la madre de cada niño, con la misma distribución que tienen los niños en el juego.


15/2/18

La ciudad más lejana

Estamos llegando a la ciudad de Jiribiliji, capital del planeta Uku. Es la ciudad más lejana de la galaxia, donde casi nadie ha llegado antes. Esperamos encontrar asombrosos habitantes de costumbres extrañas… Y así es, porque resultan exactamente iguales a nosotros. Apenas repuestos de la sorpresa, observamos con atención el paisaje de esta página. Mientras tanto, en la página que está más abajo...
... aparecen nueve escenas captadas por mis sensores, que son capaces de atravesar paredes, puertas y ventanas. Nuestro desafío: descubrir en qué sitio de la ciudad está oculta cada escena.
Este juego para resolver forma parte de Mis amigos de otros mundos, un libro de la serie El laberinto de los juegos, que hicimos Douglas Wright y yo para Libros del Quirquincho a principios de los 90, y que salió en forma de fascículos en Página/12. Douglas rehizo el color en 2017.

A continuación, una ayuda para resolver el juego, parte del "Equipo de emergencia" del libro: una página con pistas para quienes ven difícil llegar a buen puerto.
Y por último, la solución.

14/2/18

Mis amigos de otros mundos

Mis amigos son muy raros. Altos y bajos. Humanos y no humanos. Ricos y pobres. Animales y minerales. Pero yo los quiero a todos. Entre otras cosas porque tengo algo en común con cada uno de ellos: así como yo elegí la vieja y querida Tierra para vivir cuando no estoy de exploración, cada uno de mis amigos eligió el mundo perfecto para él. Aquí te presento sus retratos. Arriba, de mis amigos:
Abajo, de sus mundos. Mirando los retratos tendrás bastante información sobre ellos, aunque está todo mezclado. ¿Te atrevés a decir en qué mundo vive cada uno? (No le cuentes a nadie, pero te doy uno ya resuelto.)
Este juego para resolver forma parte de Mis amigos de otros mundos, un libro de la serie El laberinto de los juegos, que hicimos Douglas Wright y yo para Libros del Quirquincho a principios de los 90, y que salió en forma de fascículos en Página/12. Douglas rehizo el color en 2017.

A continuación, una ayuda para resolver el juego, parte del "Equipo de emergencia" del libro: una página con pistas para quienes ven difícil llegar a buen puerto.


Y por último, la solución.

13/2/18

Autopista espacial

En el espacio también hay autopistas, por donde andan los vehículos más extraños que te puedas imaginar. Cuando se arma un embotellamiento como este es posible pasarse días sin avanzar un solo año luz. Mi deporte favorito, en casos así, es mirar las otras naves, a ver si hay dos iguales. Y sí, casi siempre hay, como ahora. Yo ya las encontré. ¿Y vos? (Marcá con círculos las dos naves iguales.)
Este juego para resolver forma parte de Mis amigos de otros mundos, un libro de la serie El laberinto de los juegos, que hicimos Douglas Wright y yo para Libros del Quirquincho a principios de los 90, y que salió en forma de fascículos en Página/12. Douglas rehizo el color en 2017.

A continuación, una ayuda para resolver el juego, parte del "Equipo de emergencia" del libro: una página con pistas para quienes ven difícil llegar a buen puerto.

Y por último, la solución.


12/2/18

El espejo caprichoso

Los espejos del planeta Furgunji tienen dos características únicas en la galaxia. a) Sólo trabajan cuando están acostados. b) Jamás reflejan las cosas tal como son. Acabamos de llegar a la ciudad de Gurgunja, capital del planeta Furgunji, y la vemos reflejada en un espejo furgunjiano, acostado allá abajo. Hay diez diferencias entre la ciudad verdadera y el espejo. ¿Podés encontrarlas?
Este juego para resolver forma parte de Mis amigos de otros mundos, un libro de la serie El laberinto de los juegos, que hicimos Douglas Wright y yo para Libros del Quirquincho a principios de los 90, y que salió en forma de fascículos en Página/12. Douglas rehizo el color en 2017.

A continuación, una ayuda para resolver el juego, parte del "Equipo de emergencia" del libro: una página con pistas para quienes ven difícil llegar a buen puerto.

Y por último, la solución.

11/2/18

El crítico de palabras. Hoy: aguantar

Qué porquería de palabra. Qué asco. Como un caracol vivo en medio de la ensalada.

Los labios se fruncen, la lengua se encoge, y no pasa nada. No suena un beso, no se tocan los dientes. Hay que decirla en voz alta sintiendo los músculos de la boca para descubrir la frustración que se esconde en esta palabra.

Aguantar. ¿Echar agua? ¿Quitar o poner un guante? El origen apunta a la segunda, pero el baldazo de agua fría es lo que más se siente.

Dice la Real Academia, en uno de sus arrebatos cómicos: "6. tr. Taurom. Dicho de un diestro: Adelantar el pie izquierdo, en la suerte de matar, para citar al toro conservando esta postura hasta dar la estocada, y resistiendo cuanto le es posible la embestida, de la cual se libra con el movimiento de la muleta y del cuerpo".

Dice la hinchada: apoyar a un equipo de fútbol, a una banda de rock, no importa lo que haga, de manera acrítica, aun sabiendo que se cae en lo más bajo de la escala (de cualquier escala que venga al caso), porque es lo que hay que hacer, porque es la única manera de demostrar algún valor, algún coraje, porque es el camino para alcanzar la pertenencia a algo, no importa a qué.

Aguantame: esperame sin salpicar, sin tirarme un guante.

Me aguanto: acepto maltrato, hambre, políticas dañinas.

En palabras de la Real Academia, "en la suerte de matar".

Basta, se acabó. No hay que aguantar nada. Y si hay que aguantar algo, por lo menos que sea con otra palabra.

En China mandaban a las mujeres a bucear para recoger moluscos (abulones, orejas de mar), porque se creía que las mujeres podían aguantar más la respiración. (Obra del siglo XIX por Katsushika Hokusai, con un poema de Sangi Takamura, tomada de Wikipedia.)

10/2/18

El crítico de palabras. Hoy: En pares

1. Rodondendro y edredón son dos palabras tan afines que deberían nombrar cosas semejantes. Parecen parte de un idioma diferente, sonoro, estentóreo ("¡Rodondendro y edredón! ¿Dónde, dónde? ¡En derredor!"). Sin embargo, no solo sus significados son divergentes: también las asociaciones que me despiertan, esas que probablemente vienen de cuando era chico y todavía andaba adivinando qué era qué. Edredón siempre me sonó a química, a efedrina. Rododendro, en cambio, podría ser un roedor exótico, un animal de largos dientes que hace agujeros en el desierto de un libro ilustrado de la década del 60.
2. Tengo una relación pésima con la palabra peyorativo. Se me mezcla con epopeya. Me pasa que quiero decir que algo es peyorativo, y la palabra no me sale, y lucho pero no hay caso, me viene a la cabeza la palabra epopeya, que se le parece tanto en la rareza, y la cosa no cierra. Epopeya es un tapón, un corcho que me impide ver más allá y me obliga a renunciar a la frase, a veces a la conversación entera.

—Lo dijo en sentido epopeya.

—¡Pero eso es muy epopeya!

Ya sé que no es culpa de peyorativo, sino de mi cerebro. Pero que nadie diga que se trata de una palabra amable con las personas.

3. Cuando era chico creía que las almendras eran las redondas, y las avellanas las alargadas. La confusión duró mucho tiempo. Aún hoy, cuando miro almendras, tengo que pensarlo dos veces para no decir avellanas.

También de chico recibí en clase de inglés una lista de pares de palabras opuestas. Entre ellas, black y white. Mirando los dibujos me daba cuenta de que eran negro y blanco, pero no en qué orden. Por similitud, deduje que black debía ser blanco (las dos empiezan con "bla", ¿no es cierto?). Me enteré del error al día siguiente, pero tardé años en terminar de creerlo.

Las cosas no deberían venir en pares. El cerebro es demasiado complejo para ocuparse con eficiencia de algo así.

"Lost in Grey Matter", por Malo Tocquer (claramente inspirado en Escher).

9/2/18

El crítico de palabras. Hoy: conminar

Si quisiera conminar no me saldría.

La impresión que tengo es que cada palabra requiere un músculo. Y ejercitar el idioma es como llevar a cabo esas acciones complicadas en las que ni tenemos que pensar: reírnos de un sarcasmo, bajar una escalera caracol, lavar los platos con dolor de espalda. Montones de músculos en acción, y nosotros como si nada.

De vez en cuando tropezamos con algo que requiere un esfuerzo especial, y entonces, por ejemplo, se nos ocurre preestablecer, o conmiserarnos, y hasta contextualizar. Son músculos pequeños, indetectables, que se ponen en marcha tras varias protestas, pero al menos existen, están ahí a la espera de que una señal lo bastante intensa los despierte.

En cambio, conminar… No creo tener un músculo para eso.

Dibujo perteneciente a De humani corporis fabrica libri septem, de Andreas Vesalius, publicado en 1943. Wellcome Collection, bajo licencia CC BY 4.0.

8/2/18

El crítico de palabras. Hoy: perplejo

La palabra perplejo se pega a la lengua como chicle. Con “perple” nos enroscamos, nos enredamos, nos tropezamos, y no alcanza el escupitajo final de ese “jo” para liberarnos.

Así y todo, es una palabra bellísima, a los ojos, al oído, al tacto.

¿Y el significado? Si apareciera en un idioma que conocemos poco, jamás lo deduciríamos del contexto. En nuestro propio idioma es como una isla, un fragmento separado del resto, donde no encontramos raíces ni asociaciones. (No digo en latín. Digo en nuestro idioma. No sé latín. Muchos no sabemos latín.)

Ese carácter de isla queda acentuado por la falta de palabras derivadas. Sólo hay un sustantivo, encima feúcho: perplejidad. Si al menos fuera perplejía, o perplejancia: suenan mejor, traen otra ideas. O si también hubiera un verbo: perplejar, perplejarse. ¿De qué otra manera se describe la transición del no-perplejo al perplejo? "Quedé perplejo", se lee por ahí, como si fuera un salto cuántico, algo que no se puede dividir. ¿De qué manera quedé perplejo? ¿Qué ocurrió durante el proceso? "Fue entonces que me empecé a perplejar".

Palabra isla, palabra paria. Maltratada. Al definirla, el Diccionario de la Real Academia da muestras de una torpeza insuperable: "1. adj. Dudoso, incierto, irresoluto, confuso". ¡Parece que se refiriera a una cosa! "Era un asunto perplejo". "Me hizo una propuesta perpleja".

Perplejos, nos alejamos (como decían Les Luthiers) "sin comprender de qué se ríe".

La isla Bouvet, la más remota del planeta. No hay más que mar por 1.600 kilómetros a la redonda. Esta es una foto pintada de 1898.

7/2/18

El crítico de palabras. Hoy: Confines

A pesar de la apariencia, confín y sinfín no son opuestos.

Con su carga de final a cuestas, los confines también pueden ser eternos.

Para Liliana Bodoc (1958-2018). Negativo de un fragmento de mapa dibujado por Gonzalo Kenny.

6/2/18

El crítico de palabras. Hoy: Una batalla desigual

Tres palabras terribles andan sueltas por el idioma: grave, crónico, obtuso. ¿Quién no se tropezó con alguna de ellas, o con todas, una noche oscura, en el callejón más remoto de un texto? ¿Quién no las teme cuando andan a sus anchas, sembrando miedo, incertidumbre y dudas? Grave, crónico, obtuso… Si al menos tuvieran su contraparte. Pero no, solo se les opone una palabra breve, tierna, desprotegida:

¿Qué es lo opuesto de grave? Agudo.

¿Qué es lo opuesto de crónico? Agudo.

¿Qué es lo opuesto de obtuso? ¡Agudo!

Hay quienes ven signos de derrota.

Peor todavía, a veces las fuerzas del mal logran confundir a la pobre agudo, que se les une sin darse cuenta.  “Los agudos problemas de la economía”, por ejemplo, son semejantes a “los graves problemas de la economía”.

Con tanto desgaste, agudo va a quedar roma.