Está adentro.
Todos piensan que ahí encontrarán
pulmones,
corazón,
estómago,
tripas,
pero no.
Es una pelota de goma grande,
maciza,
de esas que pasaron por muchos botines
y tienen la deformación
de una luna de Júpiter.
A veces actúa como esponja
absorbiendo lo que entra a mi organismo
y entonces se hincha,
ocupa todo el espacio disponible
y dos centímetros más a cada lado.
A veces suelta todo
en un chorro de aire
que traza figuras de caleidoscopio
ante los ojos de los demás.
Pesa.
La verdad es que pesa.
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